Desde la asociación Creciendo Juntos claramente DESACONSEJAMOS el libro/método de Estivill y nunca nos cansaremos de repetir que la atención, la empatía, el cariño, la comprensión, el apego, el calor humano, la escucha.... son cosas que solamente pueden beneficiarnos y convertirnos a todos, padres e hijos, en mejores personas, seres humanos satisfechos, felices, confiados...
Si te preocupa el tema del sueño, o tienes algún problema de sueño con tu bebé puedes conseguir información fiable en los libros:
"Dormir sin lágrimas" de Rosa Jové, psicóloga especializada en psicología clínica infantil y juvenil y psicopediatría.
"Bésame mucho" de Carlos Gonzáles, pediatra fundador de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna.
"El poder de las caricias" de Adolfo Gómez Papí, pediatra y miembro del Comité de Lactancia materna del la Asociación Española de Pediatría
La doctora
Ibone olza, en su más que recomendable blog, aporta todas las razones que podamos necesitar para rechazar este tipo de "métodos para dormir niños/ metodo Estivill". El artículo que reproducimos a continuación está tomado de
su blog
Desmontando a Estivill
Hará ya unos quince años que cayó en mis manos el primer y único texto de
Estivill que he leído. Era una versión resumida del famoso libro
Duérmete niño que, como no era de extrañar, nos regalaba a los
médicos un laboratorio farmacéutico. Incluía estos consejos para madres y
padres de bebés:
“…lo lógico es que llore, grite, vomite, patalee, diga “sed”, “hambre”,
“pupa”, “no te quiero”…lo que sea con tal de conseguir que os dobleguéis, pero
ni os inmutéis…Y si os cuesta mucho, pensad que lo estáis haciendo por su salud
y la de toda la familia…” “…lo más probable es que en ese momento esté
llorando a moco tendido…ni caso. Seguid hablando como si nada…”.
“A un niño vomitar no le cuesta mucho, y aunque se de golpes
–cosa que en principio os puede alarmar y con razón- no llegará a hacerse daño y
lo dejará correr tan pronto entienda que vosotros no le dais ninguna
importancia” . “Debéis desaparecer de la habitación antes de que el
niño se duerma. No tenéis que ayudarle a coger el sueño, acunándolo,
acariciándolo o haciéndole fiestas”.
“Nunca dialogaréis con el niño ni haréis caso de sus protestas. Ahora
sabéis que sólo está haciendo servir acciones para conseguir reacciones. De
hecho, no le pasa nada. Por tanto, no os pongáis nerviosos ni desfallezcáis en
ningún momento, ni tan solo cuando veis que el niño vomita o se da
golpes”
Lo lógico de verdad habría sido que semejante texto fuera denunciado por los
servicios de protección a la infancia. Nada más lejos de la realidad:
por desgracia fue durante años uno de libros los más vendidos en nuestro país. Y
para más INRI fue a su vez recetado por muchísimos médicos, especialmente
pediatras. Yo, optimista incorregible, suelo pensar que el tiempo pone a cada
uno en su sitio, y confié en que poco a poco, con los excelentes libros,
charlas, y conferencias de excelentes como
Carlos González,
Jose María Paricio o Adolfo Gómez Papí, y
psicólogas como
Rosa Jové, los terribles y dañinos consejos de
Estivill quedarían en el olvido. Me equivoqué. El tiempo está tardando demasiado
en poner a este majadero en su sitio y yo voy a ver si puedo hacer algo para
desmontar tanta mentira.
Tal vez sea más difícil de lo que
parece. Con su pinta de majete Estivill consiguió embaucar incluso a mi admirado
Juan José Millás, que le dedicó
todo un reportaje en El País semanal. En una fotografía salía
Estivill tocando la guitarra, lo que me pareció todo un símbolo: el clásico lobo
con piel de inofensivo cordero

Como psiquiatra infantil y como madre el Duérmete niño me parecía una
apología del maltrato infantil, y así lo he repetido numerosas
veces. No digo yo que establecer ciertas rutinas no pueda ser beneficioso en
ocasiones, pero la parte final de esa rutina que propone Estivill
supone desatender el llanto de los bebés, dejándolos llorar solos en su cuna y
habitación, una barbaridad que se paga muy cara. En mi consulta he pasado años
intentando arreglar los desaguisados y estropicios que el librito ha producido a
tantísimos niños y niñas así como a sus familias. Demasiadas veces deseé para
mis adentros que Estivill no pudiera dormir, que escuchara durante noches el
llanto de todos esos bebés a los que hizo llorar sin posibilidad de consuelo.
Bebés que tal vez se sentían solos, o tal vez tenían otitis, o tal vez estaban
siendo maltratados en la guardería, o tal vez…A saber la infinidad de razones
por las que puede llorar un bebé en medio de la noche.
Me he sentido desolada al ver esas secuelas que Estivill insistentemente
niega, y que a veces tienen la forma de trastornos de ansiedad de separación,
depresiones infantiles, enuresis o graves trastornos de conducta en la
adolescencia. Cuando se ha conseguido que una madre o un padre desatiendan el
llanto de su bebé dejándole sólo en otra habitación, cuando ya se ha producido
esa primera quiebra, la confianza en los demás, la bondad, la empatía del niño o
niña se pueden ver mermadas de por vida.
Leo ahora una
entrevista
reciente a Estivill y compruebo nuevamente como su avaricia no parece de
tener límites, al igual que su ignorancia y su osadía. Sólo así se entiende que
sea capaz de seguir afirmando semejantes falacias y encima mentir con
desfachatez al decir que él “
no opina, sólo dice lo que dice la
ciencia”. Sus afirmaciones recientes no tienen desperdicio, empezando por
el disparate este de que
“actualmente, creo que la crisis ayudará a educar
mejor a los niños porque no podremos darles todo“. Me parece ofensivo
cuando vemos como se dispara la cantidad de niños y niñas que viven en situación
de pobreza en nuestro país (ver
La crisis se ceba con la infancia). Ilustra muy bien con que
cinismo argumenta sus sandeces Estivill, que dicho sea de paso es
¿doctor?¿pediatra?¿neurofisiólogo? No he podido averiguarlo.
En
cualquier caso no tiene ni pies ni cabeza que haga y publique cosas como esta
donde cuenta que trató a
9 adultos insomnes con olanzapina.
Eso se llama
matar moscas a cañonazos. La olanzapina es un potente antipsicótico con muchos
efectos adversos, buen fármaco para las fases maníacas o los brotes psicóticos,
pero de ahí a usarlo como hipnótico… Qué miedo. Y si es pediatra, ¿qué hace
tratando adultos insomnes? ¿O estudiando a
ancianos con
cáncer de próstata? Y si no lo es ¿porqué publica un libro titulado
Pediatría con sentido común? Dime de que presumes y te diré de qué
careces…
Pero vayamos con
la ciencia que tanto le gusta a este
hombre:
“Duérmete niño es algo científico, funciona. Yo no soy un gurú ni un
predicador. Mi único mérito ha sido poner en palabras muy fáciles los
conocimientos científicos sobre el sueño”…”esta línea científica es la misma que
recomienda la Sociedad Americana de Pediatría, la Academia Americana de
Trastornos del Sueño…, es decir, son normas mundiales respaldadas por todo el
estamento científico actual” “Internet se ha encargado de recoger las opiniones
divergentes, sin embargo, nunca las encontraremos en el mundo
científico”
“Está demostrado que los niños que no duermen bien tienen más
problemas de conducta, los que duermen con sus padres tienen más dependencia,
los que hacen colecho tienen más riesgo de sufrir problemas de autoestima. Y
todo esto está demostrado y publicado. No hay ningún niño traumatizado por
pasarse los primeros días de guardería todo el rato
llorando”
Para empezar la Academia Americana
de Pediatría recomienda dormir en la misma habitación que el bebé (se puede
leer
aquí). Desaconsejan compartir la cama, pero aclaran que esto
lo señalan sobre todo para madres y padres fumadores, que consumen alcohol o que
duermen en camas de agua, costumbre afortunadamente no extendida en nuestro
país. Eso sí es sentido común. Para seguir, esto que dice de que las opiniones
contrarias no las encontramos en el mundo científico es
absolutamente
falso. Lo que no encontramos a día de hoy es ni un sólo experto en
neurociencia que recomiende dejar llorar solo a un bebé. ¿Dónde hará Estivill
sus búsquedas científicas?
Mi hobby particular es la neurobiología del apego. Y en este campo,
fascinante, ha habido unos avances inmensos en la última década.

Me
gustaría que Estivill leyera a fondo de verdad los trabajos de algunos de ellos.
Por ejemplo las investigaciones de
Allan Schore, neuropsicólogo de la prestigiosa UCLA
(Universidad de Los Angeles, California) y verdadera eminencia mundial. Está
especializado en comprender como el apego y el estrés afectan al desarrollo
cerebral, y está demostrando como el cuidado emocional que recibimos en los dos
primeros años de nuestra vida marca el resto de nuestra existencia, incluso
define la morfología de nuestro cerebro. Schore explica en sus brillantes
artículos científicos fenomenalmente porque sucede eso que Estivill mencionaba
de que después de mucho llorar el bebé suele terminar vomitando.
En este
enlace, al final de la página 15 comienza la descripción del
“frenético terror” que supone para un bebé llorar sin recibir
consuelo, los cambios bioquímicos que acontecen en su cerebro, y como la huella
de ese estrés si se va repitiendo marcará a esa persona de por vida. Ha
explicado como el cerebro del bebé se construye en esa relación íntima con la
madre y el padre, y cómo de importante es el consuelo. Schore además ha
investigado procesos similares en otros mamíferos
como los elefantes: también a ellos la ruptura temprana del
vínculo les deja unas secuelas gravísimas. Ojala alguien tradujera sus trabajos
al castellano. Todo este esfuerzo le ha llevado a ganar reconocimiento mundial,
que aprovecha para alertar de
los riesgos que pueden conllevar las guarderías antes de los tres
años o divulgar cómo la ciencia está re-descubriendo la sabiduría maternal
ancestral.

Otra
investigadora imprescindible es
Ruth Feldman, neuropsicóloga
israelita que investiga sobre los aspectos neurohormonales de la sincronía que
se produce entre madres y bebés y
también con los padres. Es otra de las que recomienda,
basándose en sus trabajos, lactancia materna, contacto corporal estrecho y una
atención inmediata al llanto de los bebés, hasta bien pasado el primer año de
vida.
La respuesta de las madres al
llanto del bebé de hecho se toma como el marcador más importante en
neurobiología del apego, la prueba de que la madre es sensible y cuidará
eficazmente a su cría. Ya hay muchos grupos viendo en vivo y en directo que
áreas del cerebro de madres y padres se activan con el llanto del bebé,
activación que produce la conducta inmediata de coger al bebé y consolarlo.
James Swain, psiquiatra infantil en Yale, lo ha investigado a
fondo y recogido en este
magnífico trabajo.
Lo que hace Estivill aprovechándose de su autoridad como médico para pedir a
los padres y madres que no sigan la llamada de su corazón ni de su cerebro es
muy grave. Tira por tierra toda la evidencia científica, miente como un bellaco
y anima a madres y padres a volver la espalda a sus bebés. Por si alguien aún
dudaba termina acusando a las madres que le critican de enfermas:
“Es más, existen investigaciones muy serias sobre las mamás que están en
contra de estas ideas y la mayoría presentan una psicopatología en su forma de
ser”
¿A qué se refiere? ¿No estará
hablando de su chapucero estudio comparando a 9 madres barcelonesas con 37
madres de Sao Paulo que se quejaban de que sus bebés no dormían y que en un
simple cuestionario daban puntuaciones sugerentes de depresión? No hay más que
leer su estudio para comprender que eso no es ciencia: compara dos muestras nada
representativas y saca conclusiones de Perogrullo como que las madres de bebés
“con insomnio” dormían mal. Menuda bazofia.
Por favor señor Estivill: ¡basta ya!
(puedes consultar el artículo original
en el blog de Ibone Olza)